Accidente cerebrovascular

Resumen

¿Qué es una apoplejía?

Un ictus isquémico se produce cuando se interrumpe o reduce el suministro de sangre a una parte del cerebro, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes. Las células cerebrales empiezan a morir en cuestión de minutos.

Un ictus es una emergencia médica, y el tratamiento rápido es crucial. Una actuación temprana puede reducir el daño cerebral y otras complicaciones.

La buena noticia es que ahora mueren muchos menos estadounidenses por ictus que en el pasado. Los tratamientos eficaces también pueden ayudar a prevenir la discapacidad provocada por el ictus.

Síntomas

Si usted o alguien que le acompaña puede estar sufriendo un ictus, preste especial atención al momento en que comenzaron los síntomas. Algunas opciones de tratamiento son más eficaces cuando se administran poco después de que comience el ictus.

Los signos y síntomas del ictus son los siguientes:

  • Problemas para hablar y entender lo que dicen los demás. Puede experimentar confusión, arrastrar las palabras o tener dificultades para entender el discurso.
  • Parálisis o entumecimiento de la cara, el brazo o la pierna. Puede desarrollar un entumecimiento, debilidad o parálisis repentinos en la cara, el brazo o la pierna. Esto suele afectar a un solo lado del cuerpo. Intente levantar ambos brazos por encima de la cabeza al mismo tiempo. Si uno de los brazos empieza a caer, puede estar sufriendo un ictus. Además, un lado de la boca puede caer cuando intente sonreír.
  • Problemas de visión en uno o ambos ojos. Es posible que de repente tenga la visión borrosa o ennegrecida en uno o ambos ojos, o que vea doble.
  • Dolor de cabeza. Un dolor de cabeza intenso y repentino, que puede ir acompañado de vómitos, mareos o alteraciones de la conciencia, puede indicar que está sufriendo un ictus.
  • Dificultad para caminar. Puede tropezar o perder el equilibrio. También puede tener un mareo repentino o una pérdida de coordinación.

Cuándo acudir al médico

Busque atención médica inmediata si nota cualquier signo o síntoma de un ictus, aunque parezca que va y viene o que desaparece por completo. Piensa «rápido» y haz lo siguiente:

  • La cara. Pida a la persona que sonría. ¿Se le cae un lado de la cara?
  • Los brazos. Pida a la persona que levante ambos brazos. ¿Se desplaza un brazo hacia abajo? ¿O un brazo no puede levantarse?
  • El habla. Pida a la persona que repita una frase sencilla. ¿Tiene el habla arrastrada o extraña?
  • El tiempo. Si observa alguno de estos signos, llame al 911 o a la ayuda médica de emergencia inmediatamente.

Llame inmediatamente al 911 o al número local de emergencias. No espere a ver si los síntomas cesan. Cada minuto cuenta. Cuanto más tiempo pase sin que se trate un ictus, mayor será el potencial de daño cerebral y discapacidad.

Si estás con alguien que sospechas que está sufriendo un ictus, obsérvalo con atención mientras esperas la ayuda de emergencia.

Causas

Hay dos causas principales de ictus: una arteria obstruida (ictus isquémico) o la fuga o rotura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico). Algunas personas pueden sufrir solo una interrupción temporal del flujo sanguíneo al cerebro, lo que se conoce como accidente isquémico transitorio (AIT), que no provoca síntomas duraderos.

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Accidente cerebrovascular isquémico

Es el tipo más común de ictus. Se produce cuando los vasos sanguíneos del cerebro se estrechan o se bloquean, lo que provoca una grave reducción del flujo sanguíneo (isquemia). La obstrucción o el estrechamiento de los vasos sanguíneos están causados por depósitos de grasa que se acumulan en los vasos sanguíneos o por coágulos de sangre u otros residuos que viajan por el torrente sanguíneo, la mayoría de las veces desde el corazón, y se alojan en los vasos sanguíneos del cerebro.

Algunas investigaciones iniciales muestran que la infección por COVID-19 puede aumentar el riesgo de ictus isquémico, pero se necesitan más estudios.

Accidente cerebrovascular hemorrágico

El ictus hemorrágico se produce cuando un vaso sanguíneo del cerebro tiene una fuga o se rompe. Las hemorragias cerebrales pueden ser el resultado de muchas condiciones que afectan a los vasos sanguíneos. Los factores relacionados con el ictus hemorrágico son:

  • Hipertensión arterial no controlada
  • Tratamiento excesivo con anticoagulantes
  • Protuberancias en puntos débiles de las paredes de los vasos sanguíneos (aneurismas)
  • Traumatismos (como un accidente de coche)
  • Depósitos de proteínas en las paredes de los vasos sanguíneos que provocan debilidad en la pared del vaso (angiopatía amiloide cerebral)
  • Accidente cerebrovascular isquémico que provoca una hemorragia.

Una causa menos frecuente de hemorragia cerebral es la rotura de una maraña irregular de vasos sanguíneos de paredes finas (malformación arteriovenosa).

Ataque isquémico transitorio (AIT)

Un accidente isquémico transitorio (AIT) -a veces conocido como mini-ictus- es un periodo temporal de síntomas similares a los de un ictus. Un AIT no causa daños permanentes. Un AIT está causado por una disminución temporal del suministro de sangre a una parte del cerebro, que puede durar tan sólo cinco minutos.

Al igual que un ictus isquémico, un AIT se produce cuando un coágulo o unos restos reducen o bloquean el flujo sanguíneo a una parte del sistema nervioso.

Busque atención de urgencia incluso si cree que ha tenido un AIT porque sus síntomas han mejorado. No es posible saber si está sufriendo un ictus o un AIT basándose sólo en los síntomas. Si ha tenido un AIT, significa que puede tener una arteria parcialmente obstruida o estrechada que llega al cerebro. Tener un AIT aumenta el riesgo de sufrir un derrame cerebral completo más adelante.

Factores de riesgo

Son muchos los factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir un ictus. Los factores de riesgo de ictus potencialmente tratables son:

Factores de riesgo del estilo de vida

  • Sobrepeso u obesidad
  • Inactividad física
  • Consumo excesivo de alcohol o borracheras
  • Consumo de drogas ilegales como la cocaína y la metanfetamina.

Factores de riesgo médico

  • Presión arterial alta
  • Tabaquismo o exposición al humo de segunda mano
  • Colesterol alto
  • Diabetes
  • Apnea obstructiva del sueño
  • Enfermedad cardiovascular, incluida la insuficiencia cardíaca, los defectos cardíacos, la infección cardíaca o el ritmo cardíaco irregular, como la fibrilación auricular
  • Antecedentes personales o familiares de accidente cerebrovascular, ataque cardíaco o ataque isquémico transitorio
  • Infección por COVID-19.

Otros factores asociados a un mayor riesgo de ictus son:

  • Edad – Las personas de 55 años o más tienen un mayor riesgo de sufrir un ictus que los jóvenes.
  • Raza o etnia – Los afroamericanos y los hispanos tienen un mayor riesgo de sufrir un ictus que las personas de otras razas o etnias.
  • Sexo – Los hombres tienen un mayor riesgo de sufrir un ictus que las mujeres. Las mujeres suelen tener más edad cuando sufren un ictus y tienen más probabilidades de morir de él que los hombres.
  • Hormonas – El uso de píldoras anticonceptivas o de terapias hormonales que incluyen estrógenos aumenta el riesgo.

Complicaciones

Un ictus puede causar a veces discapacidades temporales o permanentes, dependiendo del tiempo en que el cerebro carezca de flujo sanguíneo y de la parte afectada. Las complicaciones pueden ser:

  • Parálisis o pérdida de movimiento muscular. Puede quedar paralizado un lado del cuerpo o perder el control de ciertos músculos, como los de un lado de la cara o un brazo.
  • Dificultad para hablar o tragar. Un ictus puede afectar al control de los músculos de la boca y la garganta, lo que le dificulta hablar con claridad, tragar o comer. También puede tener dificultades con el lenguaje, incluyendo el habla o la comprensión del discurso, la lectura o la escritura.
  • Pérdida de memoria o dificultades para pensar. Muchas personas que han sufrido un ictus experimentan cierta pérdida de memoria. Otras pueden tener dificultades para pensar, razonar, emitir juicios y comprender conceptos.
  • Problemas emocionales. Las personas que han sufrido un ictus pueden tener más dificultades para controlar sus emociones o pueden desarrollar una depresión.
  • Dolor. En las partes del cuerpo afectadas por el ictus puede haber dolor, entumecimiento u otras sensaciones inusuales. Por ejemplo, si un ictus le hace perder la sensibilidad en el brazo izquierdo, puede desarrollar una incómoda sensación de hormigueo en ese brazo.
  • Cambios en el comportamiento y la capacidad de autocuidado. Las personas que han sufrido un ictus pueden volverse más retraídas. Pueden necesitar ayuda para el aseo y las tareas cotidianas.

Prevención

Conocer los factores de riesgo de sufrir un ictus, seguir las recomendaciones de su médico y adoptar un estilo de vida saludable son las mejores medidas que puede tomar para prevenir un ictus. Si ha sufrido un ictus o un accidente isquémico transitorio (AIT), estas medidas pueden ayudarle a prevenir otro. Los cuidados de seguimiento que reciba en el hospital y después también pueden influir.

Muchas de las estrategias de prevención de los accidentes cerebrovasculares son las mismas que las estrategias de prevención de las enfermedades cardíacas. En general, las recomendaciones para un estilo de vida saludable incluyen:

  • Controlar la presión arterial alta (hipertensión). Esta es una de las cosas más importantes que puede hacer para reducir el riesgo de ictus. Si ha sufrido un ictus, reducir la presión arterial puede ayudar a prevenir un AIT o un ictus posterior. Para tratar la hipertensión arterial suelen utilizarse cambios en el estilo de vida y medicamentos.
  • Reducir la cantidad de colesterol y grasas saturadas en la dieta. Comer menos colesterol y grasas, especialmente grasas saturadas y grasas trans, puede reducir la acumulación en las arterias. Si no se puede controlar el colesterol sólo con cambios en la dieta, el médico puede recetar un medicamento para reducir el colesterol.
  • Dejar de fumar. El tabaquismo aumenta el riesgo de ictus para los fumadores y los no fumadores expuestos al humo de segunda mano. Dejar de fumar reduce el riesgo de ictus.
  • Controlar la diabetes. La dieta, el ejercicio y la pérdida de peso pueden ayudarle a mantener el nivel de azúcar en sangre en un rango saludable. Si los factores relacionados con el estilo de vida no parecen ser suficientes para controlar la diabetes, su médico puede recetarle medicamentos para la diabetes.
  • Mantener un peso saludable. El sobrepeso contribuye a otros factores de riesgo de infarto, como la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
  • Seguir una dieta rica en frutas y verduras. Una dieta que contenga cinco o más raciones diarias de fruta o verdura puede reducir el riesgo de ictus. La dieta mediterránea, que hace hincapié en el aceite de oliva, la fruta, los frutos secos, las verduras y los cereales integrales, puede ser útil.
  • Hacer ejercicio con regularidad. El ejercicio aeróbico reduce el riesgo de ictus de muchas maneras. El ejercicio puede reducir la presión arterial, aumentar los niveles de colesterol bueno y mejorar la salud general de los vasos sanguíneos y el corazón. También ayuda a perder peso, controlar la diabetes y reducir el estrés. Vaya aumentando gradualmente hasta alcanzar al menos 30 minutos de actividad física moderada -como caminar, correr, nadar o montar en bicicleta- la mayoría de los días de la semana, si no todos.
  • Beber alcohol con moderación, si es que lo hace. El consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorrágicos. El alcohol también puede interactuar con otros medicamentos que esté tomando. Sin embargo, beber cantidades pequeñas o moderadas de alcohol, como una bebida al día, puede ayudar a prevenir el ictus isquémico y a disminuir la tendencia a la coagulación de la sangre. Hable con su médico sobre lo que es apropiado para usted.
  • Tratamiento de la apnea obstructiva del sueño (AOS). Su médico puede recomendarle un estudio del sueño si tiene síntomas de AOS, un trastorno del sueño que hace que deje de respirar durante breves períodos de forma repetida mientras duerme. El tratamiento de la AOS incluye un dispositivo que administra presión positiva en las vías respiratorias a través de una máscara para mantenerlas abiertas mientras duerme.
  • Evitar las drogas ilegales. Ciertas drogas ilegales, como la cocaína y la metanfetamina, son factores de riesgo establecidos para un AIT o un accidente cerebrovascular.

Medicamentos preventivos

Si ha sufrido un ictus isquémico o un AIT, su médico puede recomendarle medicamentos para ayudar a reducir el riesgo de sufrir otro ictus. Entre ellos se encuentran:

  • Fármacos antiplaquetarios. Las plaquetas son células de la sangre que forman coágulos. Los fármacos antiplaquetarios hacen que estas células sean menos pegajosas y tengan menos probabilidades de coagularse. El medicamento antiplaquetario más utilizado es la aspirina. Su médico puede ayudarle a determinar la dosis de aspirina adecuada para usted.

Tras un AIT o un ictus leve, el médico puede administrarle aspirina y un antiagregante plaquetario como el clopidogrel (Plavix) durante un tiempo para reducir el riesgo de otro ictus. Si no puede tomar aspirina, el médico puede recetarle sólo clopidogrel.

  • Anticoagulantes. Estos fármacos reducen la coagulación de la sangre. La heparina es de acción rápida y puede utilizarse a corto plazo en el hospital.

La warfarina (Jantoven), de acción más lenta, puede utilizarse a largo plazo. La warfarina es un potente anticoagulante, por lo que deberá tomarla exactamente como se indica y vigilar los efectos secundarios. También tendrá que hacerse análisis de sangre periódicos para controlar los efectos de la warfarina.

Existen varios medicamentos anticoagulantes nuevos para prevenir los accidentes cerebrovasculares en personas de alto riesgo. Estos medicamentos son el dabigatrán (Pradaxa), el rivaroxabán (Xarelto), el apixabán (Eliquis) y el edoxabán (Savaysa). Son de acción más corta que la warfarina y no suelen requerir análisis de sangre periódicos ni un control por parte del médico. Estos fármacos también se asocian a un menor riesgo de complicaciones hemorrágicas en comparación con la warfarina.